En el recinto todos miraban de costado, como esperando que alguien se levante para ir al baño, momento en que aprovecharían para votar. Roggero apretaba las piernas, oprimiendo la vejiga para no dar lugar a una votación despareja. Alfonsín apelaba al papelito para mantenerse firme. Matzkin no paraba de hablar por teléfono desde su despacho, esperando poder levantar a algún muerto para torcer el partido.
Hasta se trajeron a un liberal desde Corrientes en avión, como para quedar mas parejos. Parecía la final de mundial, pero trasmitida por Crónica TV. Parecía, porque no lo era; los dos equipos, en una especie de falso boca-river, estaban de acuerdo de antemano; nadie salía de la cancha, pero unos no tirarían la pelota para el único arco existente (mejor no nombrar que forma tenía). Los del PJ traspiraban la camiseta, gritaban como desaforados, sin poder pasar de la media cancha. Los radicales también transpiraban, pero por otros motivos; el papel que les tocó jugar era poco creible.
Sobre el final, cuando el arbitro estaba por dar por terminado el partido, sucedió lo que todos soñaban. La jugadora cruzó la cancha, se dirigió al arco, siguió de largo y se fue por el pasillo, y nunca mas nadie la vio.
Se trató del primer gol de la historia por ausencia en la cancha.
Duhalde festejó frente a la pantalla y le volvió la sangre al cuerpo; via satélite Krueguer grito un calido "ouh yeah" y los gerentes de los bancos sonrieron tibiamente, con la seguridad de que nadie los llamaría subversivos nunca más, justo a ellos que habían financiado la lucha contra la subversión. En New York y en las Bahamas, financistas ensayaron un cacerolazo de festejo, acción que fue rapidamente abandonada para preservar la vajilla.
Pasada la euforia inicial, el secretario general de la presidencia, Aníbal Fernández, dijo que "no es un triunfo futbolístico para el gobierno". Por lo bajo, sin dejar de sonreir, dicen algunos que afirmó que no había que llevar preocupación a la población, porque igualmente "para este mundial, somos todos argentinos".
Los festejos terminaron temprano; enseguida el director técnico llamó al orden, porque todavía estamos en los treceavos de final.
Y afuera, mientras tanto, reinaba el orden.
Frente a las amenazas y atropellos contra los fotografos de Indymedia Argentina