Una religión es una manera de interpretar la realidad, que para algunas personas puede ser tan válida como para otras lo es la historia o las ciencias. Mientras se trate de una dimensión de la espiritualidad personal o grupal, es algo inherente al desarrollo individual de la personalidad. Pero cuando las religiones se constituyen en organizaciones con poder político y económico, abandonan el plano de las búsquedas personales para pasar al ámbito de la acción sobre lo público, donde siempre funcionan como perpetuadoras del estado de las cosas, oponiendo tenaz resistencia al cambio social. En tal sentido, hay algo peor que una religión institucionalizada como factor de poder operando sobre el plano de lo político. Es esa misma religión convertida en religión de estado.

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