Latinoamérica sigue siendo una región fuertemente influida por un profundo machismo y por la honda inserción y gran poder político y económico de la Iglesia Católica, con un nuevo e intenso crecimiento de las iglesias evangélicas. Una combinación que conspira contra las mujeres, contra nuestra integridad, contra nuestra dignidad, contra el derecho al que no renunciaremos nunca de decidir sobre nuestras vidas. Decidir, también, sobre nuestros cuerpos. Decidir si queremos o no embarazarnos, continuar un embarazo o abortar.
Se estima que entre 2.7 y 7.4 millones de abortos se practican cada año en toda Latinoamérica (la cifra es poco precisa porque no hay estadísticas oficiales, la mayoría no se reportan). Casi todos peligrosos por realizarse en la clandestinidad, salvo los que se hacen en Cuba, Barbados y Belice. Según la Organización Mundial de la Salud, se estima que 6000 mujeres latinoamericanas mueren cada año por un aborto practicado en malas condiciones; sólo 100 mujeres europeas mueren de esta manera.
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