El 28 de marzo de 1829 un peñi terminó con la vida de Federico Rauch, contratado por el gobierno de Bernardino Rivadavia para limpiar las pampas de rankülche. Se trataba de un prusiano que había servido a las órdenes de Napoleón, es decir, lisa y llanamente un mercenario. Pero el hecho no fue resultado del arrojo individual, fue la respuesta colectiva de una parte del pueblo mapuche, argumenta el periodista Adrián Moyano en el artículo que reproducimos en la Sección Pueblos Originarios.