Tanto Yanet como Miriam, son casos testigo de la situación que viven millones de mujeres en el mundo, y cientos de miles en nuestro país. En ellas se encarna la crudeza de la explotación capitalista, y la especificidad de la opresión de género en el mundo del trabajo. Ellas son algunas de las mujeres que se incorporaron al mundo del trabajo rentado en las décadas de los 80 y los 90, en pleno proceso de mundialización del capital, y de precarización absoluta de las condiciones laborales.
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