Si este sistema democrático encuentra su legitimidad y legalidad en la
convocatoria a elecciones, una vez cada 2 o 3 años, negando la participación
del pueblo en otras instancias; encumbrando a gobernantes de turno en un proceso
electoral donde las listas ganadoras se definen por su capacidad económica
de sostener una campaña publicitaria marketinera, donde la construcción
del discurso y sus propuestas a la sociedad se edifican según los resultados
de sondeos de empresas consultoras, que indican cuándo decir, qué
decir y cómo decir, lo que el electorado quiere escuchar; con la complicidad
de las grandes empresas de medios… la garantía de un gran circo está
asegurada. Lo complicado para el orden instituido es cuando lxs mismxs protagonistas
de esta comedia, rompen las reglas por ellxs dictadas y se largan en una frenética
carrera por descalificarse mutuamente, socavando la ya desgastada legitimidad
que tiene el proceso electoral.
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Córdoba