Ayer el presidente legítimo de Honduras, Manuel Zelaya, regresó clandestinamente a su país luego de 86 días del golpe de Estado que recibió el 28 de junio. Se refugió en la embajada de Brasil, donde se dirigieron a recibirlo miles de hondureños. La dictadura respondió cortando la luz y el agua a grandes sectores de la capital hondureña, silenciando medios de comunicación y cerrando los aeropuertos. En la mañana de hoy, se desató una represión brutal ante la embajada brasileña.
Comandos de la policía, fuerzas especiales Cobra y militares agredieron a la embajada brasileña y la gente que se encontraba concentrada en las afueras, dejando al menos dos víctimas fatales y decenas de heridos. Informes de la capital hablan de más de 300 detenidos. En distintos puntos del país se reportan miles de personas retenidas en los varios retenes militares que se han instalado para evitar que la gente siga llegando a Tegucigalpa.
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