10 años se cumplen de la jornada piquetera en la que Darío Santillán
y Maximiliano Kosteki se ponían por última vez en vida al frente
de la lucha y en la calle. Aquel 26 de junio de 2002, los movimientos sociales
pretendieron cortar el Puente Pueyrredón en Buenos Aires, en el marco
de una jornada nacional de lucha. Sin mediar palabra, la policía bonaerense
y la prefectura nacional reprimieron salvajemente. Dos de las imágenes
más duras de la década quedaron grabadas para siempre en nuestra
memoria: Darío, junto a Maxi, tomándolo de la mano y pidiendo
con la voz y el cuerpo que los policías paren la cacería; y otra
que muestra la sonrisa perversa de un oficial junto a Maxi como si éste
fuera un trofeo de guerra. Aquellos hechos son conocidos como la Masacre de
Puente Pueyrredón que además dejó varios heridos de consideración.
Diez años después, Darío y Maxi siguen encabezando marchas populares desde su imagen en las banderas, esperando desde allí y en los corazones de sus familias y compañeros/as una justicia que aún no llega. Esta masacre puesta en marcha por el Comisario Franchiotti, fue ordenada por los entonces: Presidente Eduardo Duhalde, acordada con el Gobernador Bonaerense Felipe Solá, operada por el Jefe de Gabinete Alfredo Atanasoff, el secretario de Seguridad Interior de la Nación Juan José Álvarez, el Secretario General de la Presidencia, Aníbal Fernández, el titular de la Side, Carlos Soria, entre otros. Ninguno fue juzgado por su responsabilidad política.
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