“Desde
esa posición pienso y miro instintivamente para ver qué se podía hacer.
No se podía hacer nada. El único lugar en que me podía mover mientras tanto
era ahí, en la celda. Tenía las colchonetas y se me ocurre ponerlas, pienso
de inmediato que con las colchonetas no paro nada, pienso en meterme abajo
de la loza que estaba empotrada en la pared y que hacía las veces de cama
y me meto abajo de la loza. Alfredo hace otro tanto y también se mete al
lado mío, del lado de afuera. Y ahí estuve unos minutos. Alfredo me había
tomado el brazo. Pensé muchas cosas y muy poco es lo que me acuerdo que
pensé en ese momento. Pero pensé en general en mi familia. No puedo precisar
si fue mucho lo que pensé, porque también recuerdo bien los disparos. Ya
para entonces los disparos de remate y como uno de los compañeros que estaba
tendido gritaba: ‘hijo de puta’ y enseguida un disparo de remate en respuesta
a eso”. Las palabras pertenecen a Ricardo René Haidar, uno de los militantes
que sobrevivió al fusilamiento que el 22 de agosto de 1972 tuvo lugar en
la base naval Almirante Zar y que pasó a formar parte de la historia como
“La Masacre de Trelew”.
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