Desde
hace dos semanas, en el cordón industrial de Rosario, doce obreros luchan
por recuperar su trabajo. Fueron despedidos por persecución sindical;
castigados, apartados de su puesto de trabajo por haber sido parte de
la lucha -victoriosa- por el pase a planta en la empresa de electrodomésticos
Liliana. Esta metalúrgica “de la línea blanca”, lejos de los problemas
económicos que afectan a algunas empresas del sector, acaba de inaugurar
una nueva planta modelo subvencionada por el Estado nacional en la ciudad
de Granadero Baigorria. Liliana ha sido un caso paradigmático en la región
en términos de precarización y rotación permanente del personal desde
hace décadas. El surgimiento de actividad sindical en su seno es reciente,
y sorprendió en un primer momento a la patronal, que no tardó en tomar
medidas. Entre ellas, la contratación como jefe de Recursos Humanos de
Marcelo Oscar Dorigón, ex militar, acusado de haber torturado a soldados
en el conflicto por las Islas Malvinas. Además de los despidos, Dorigón
desató sobre los obreros una política de vigilancia y amedrentamiento
que incluye filmaciones y aprietes, desde la planta hasta sus propios
domicilios. Los trabajadores cobran 2100 pesos por quincena.
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