Desde el escenario, la conducción de la central aceptó a medias la presión abrumante del reclamo: anunció una huelga de 24 horas pero esquivó la definición de una fecha. La multitud reprobó esa actitud con fuertes cánticos y silbidos. Al final hubo dirigentes que tuvieron que irse a las corridas entre el rechazo de muchos de los presentes. Aunque luego buena parte de la cobertura mediática se distrajo con distintas versiones de internas palaciegas, los hechos relevantes de la jornada fueron dos: la enorme movilización obrera y popular -algunos cálculos hablan de hasta medio millón de manifestantes- y el desborde del malestar de las bases. No fue una operación de un intendente kirchnerista o la intervención de partidos políticos de izquierda -que había marchado con una columna independiente a Plaza de Mayo; la militancia clasista ocupó un escenario ya vacío por la desbandada del triunvirato-: los miles de trabajadoras y trabajadores que clamaron ante el palco eran integrantes de múltiples gremios de la CGT. Más información en Indymedia Trabajadoras/es |