“No podemos seguir esperando”, dijo alguien, refiriéndose a las respuestas que el Estado no da. “Debemos dejar de lado las pequeñas discusiones para confluir por objetivos comunes”, dijo otro. “No debemos distraernos en discusiones con los que debemos estar juntos”, se escuchó más allá. Por esos andariveles corrieron las discusiones y puestas en común tanto en las comisiones como en los plenarios del II Encuentro Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y del Campo Popular, convocado por la Coordinadora de Comunidades Indígenas y Trabajadores Rurales de Argentina (COCITRA) y realizado en El Bolsón (Río Negro) el pasado fin de semana.
A partir del testimonio de los participantes, llegados desde diferentes puntos del país - Salta, Chaco, Formosa, Buenos Aires, Capital Federal, Córdoba, Neuquén, Chubut y Río Negro - y pertenecientes a un amplio abanico de movimientos sociales y políticos - campesinos, indígenas, derechos humanos, desocupados, asambleas, ecologistas, de seguimiento a las transnacionales, de comunicación alternativa, universitarios y partidos de izquierda - surgió el diagnóstico que fue base para la discusión. La narración de las luchas contra la opresión diaria en los barrios, campos y lugares de trabajo, desplazó a las teorizaciones abstractas. La necesidad de construir desde la acción, de acumular fuerzas, de contrapoder… tenía las manos callosas.
Una rueda formada por más de un centenar de personas, mucho más de un centenar, se dibujó en el patio de la escuela Nº 139. Debido al mal tiempo de los días previos, los organizadores desistieron de realizar el encuentro en Cuesta del Ternero, entonces el cemento del edificio reemplazó al bosque, al viento y a los fogones humeantes, pero el cielo patagónico siguió ahí, igual que los cerros, el mate y el pan. Chacho Liempe, del Consejo Asesor Indígena (CAI), la organización anfitriona, fue el encargado de recibir a los participantes. “El eje de la convocatoria es que nos pongamos en común todo lo que estamos viviendo y exigirnos pensar de conjunto el camino que tenemos que seguir, entendiendo que ninguno de nosotros, ninguna de las organizaciones ni ningún pueblo de los que estamos soportando esto, puede encarar esta situación solo. Eso nos exige que busquemos la forma de ir trabajando esa palabra tan dicha, que siempre sale con tanta fuerza pero en la práctica cuesta tanto: la unidad. Para que la unidad vaya creciendo y vaya fortaleciéndose en hechos concretos, para ir generando una fuerza capaz, por ahora, de detener, pero con la visión y el sentimiento de avanzar. No podemos quedarnos siempre en la defensiva, y eso no es solamente que lo pensemos, vemos la necesidad de hacerlo por lo que nos pasa”.
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Declaración del Encuentro
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