La semana pasada, en Formosa, la Cámara Criminal procedió a juzgar a tres tobas por la muerte de un policía y las heridas de otro. La misma justicia formoseña decidió no investigar las denuncias por torturas, violaciones y detenciones arbitrarias que sirven de base a este proceso. El próximo 10 de mayo se conocerá el fallo y en poco tiempo más, las explicaciones que está obligado a dar el gobierno argentino ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
La Cámara Criminal II de Formosa dictará justicia el próximo 10 de mayo en la causa que acusa a tres hombres de matar a un policía y herir a otro. Pero aunque todas las palabras escritas en esta oración son ciertas, nada de lo dicho en esta frase es verdadero.
Hay mucha más verdad en la síntesis que realizó ante el tribunal, esta semana de audiencias y testimonios, el encargado de traducirle a los jueces, veedores y abogados lo que en realidad allí estaba sucediendo. Fue Israel Alegre, miembro de la comunidad toba Nam Qom, quien ofició de traductor, el que describió la situación. Fue cuando el Tribunal le preguntó si los acusados entendían el idioma castellano. Alegre contestó:
-Pocas palabras. Pero aún traduciéndoselas, no entienden qué es lo que está pasando aquí, quiénes son esas tres personas que están sentadas en el Tribunal y por qué ellos son los que tienen que dar explicaciones de lo que sucedió.
Así de cierto es el caso que comenzó hace tres años atrás cuando el propietario de un campo se presentó a la comisaría local para denunciar que le estaban carneando ganado furtivamente. Fue el 16 de agosto de 2002 y al mediodía, cuando dos policías a caballo, armados con un FAL y una escopeta Winchester, irrumpieron en el territorio de la comunidad toba del barrio Nam Qom, a solo 12 kilómetros de la capital de la provincia de Formosa, a los tiros y con la misma impunidad de siempre. Pero esa vez, fue diferente.
No está aún cómo ni por qué, pero lo cierto es que desde el llano, los tiros se respondieron. El resultado fue la muerte de uno de los policías de a caballo – Juan de la Cruz Barrios – y las heridas del otro jinete, Ángel Luquez. Esa misma tarde, en la comunidad comenzó ese infierno que todavía no concluyó.
Foto: Nicolas Parodi
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