Pasó meses encerrada en una comisaría sin que nadie comprendiera que estaba embarazada. A partir de una intervención de la Comisión por la Memoria de la Provincia de Buenos Aires (CPM) pudo dar por primera vez su testimonio en la causa, en su lengua materna y con la ayuda de una intérprete, al año de estar detenida. Así llegó al juicio oral donde se expuso su estado de extrema vulnerabilidad por su condición de migrante, originaria de Bolivia, indígena, pobre y víctima de violencias múltiples. Sin embargo el TOC Nº1 de Quilmes, integrado por las juezas Silvia Etchemendi, Marcela Vissio y Florencia Gutiérrez, la condenó a la máxima pena, desconociendo pruebas fundamentales del debate y dando validez a otras que fueron cuestionadas por expertos. Por eso, con la firma de la defensora general de Quilmes, María Noemí Pérez, se presentó ante Casación el recurso a la condena a prisión perpetua. La apelación calificó la sentencia como arbitraria por basarse en una “palmaria insuficiencia y absurda y errónea valoración” de la prueba. Cuando decimos “Ni una más”, ¿qué es lo que realmente decimos? Ni una mujer más sometida a aborto clandestino. Ni una más víctima de violencia. Ni una más criminalizada y juzgada por una justicia machista y patriarcal. Ni una mujer jefa de hogar que gane menos que un varón. ¿Cuál es el alcance de la consigna más utilizada en nuestro país? ¿Está Reina Maraz incluida en el “Ni una más”? Una mujer migrante, pobre y analfabeta condenada a prisión perpetua. Ya sufrió encerrada tres años junto a su bebé sin comprender la razón de su detención. Durante todo el tiempo que Reina vivió junto a Limber sufrió violencia y hasta fue prostituída por éste para pagar sus deudas. Una vez más la justicia muestra su arbitrariedad cuando se trata de mujeres pobres. No hay pruebas de que Reina Maraz haya estado involucrada de alguna manera en la muerte de su esposo. En el caso de que lo hubiera estado, no entró tampoco en consideración del tribunal la figura de legítima defensa. Día tras día aumentan los casos publicados en los medios sobre víctimas de femicidios o varones que atentan contra la vida de sus propios hijos. Pero cuando las mujeres reaccionamos ante la agresión nos cae la ley con toda su fuerza, sumándole más dolor al dolor, revictimizando de forma cruel y brutal. Artículo relacionado: |
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