Históricamente, el carnaval representa una fiesta popular en donde el pueblo
penetraba en el reino utópico de la universalidad, de la libertad, de la
igualdad, y la abundancia. En donde los oprimidos por el sistema de turno
tienen su oportunidad de revancha, la oportunidad de criticar y de parodiar a
sus opresores.
En la Argentina los feriados de los días lunes y martes de carnaval fueron
prohibidos el 9 de junio de 1976 por el decreto ley 21329, de la junta militar.
Hoy en “democracia” el feriado de carnaval sigue sin ser restablecido.
Entre contradicciones y clientelismo político, en la ciudad de Buenos Aires,
existe desde hace algunos años un circuito oficial de corsos, en donde la
Comisión de Carnaval, que depende de la Secretaria de Cultura del Gobierno de
la Ciudad, destina un presupuesto que cada año se incrementa para financiar
estos corsos. Pero este presupuesto, que en un principio fue una conquista
lograda por un grupo de murgueros, también es una maniobra política que sirve
para vaciar de contenido ese espíritu crítico que es característico del
carnaval. Financiando y dando tratos preferenciales a murgas dirigidas por
punteros políticos, imponiendo evaluaciones que generan competencias y exclusión
entre las murgas, en donde se perjudica a las murgas con menores recursos, o a
las disidentes; con burocracias sindicales que se acomodan con el gobierno,
siendo funcionales a estas políticas, el Gobierno de la Ciudad también hace su
negocio. Un hecho curioso es que el pasado año se aprobó una ley, impulsada por
el macrismo, para que en los días lunes y martes de carnaval haya un asueto
administrativo para empleados públicos, con el cual se intenta hacer creer al
pueblo que el feriado fue restablecido y buscar rédito político con ello.
En este contexto un grupo de murgas autónomas, están organizando un circuito
alternativo de corsos en Ciudad de Buenos Aires convocando a una concentración
en la Plaza Congreso para el próximo lunes 7 de febrero en la Plaza Congreso.
Este mismo conjunto de murgas, plantea otra manera de organizarse
autofinanciando no solo los corsos sino también los gastos de la murgas, de
espaldas a las practicas clientelistas promovidas por el gobierno, organizando
acciones conjuntas para financiarse.
El movimeinto de las murgas está construyendo día a día una nueva propuesta de
construcción social, a través de encuentros nacionales de murgas cómo fue en
diciembre pasado en La
Plata
Las murgas, vienen planteando un modo de construcción cultural con fuertes contradicciones al actual sistema, apropiándose de espacios públicos, creando arte colectivamente, llevando saberes populares y comunicando las identidades de los barrios, con critica y alegría. También su función social, permite que sea un excelente herramienta para trabajar con jóvenes en barrios, promoviendo relaciones sociales colectivas y críticas distintas a las que promueven los medios y la industria cultural.
Está en todos nosotros luchar para que estos espacios se multipliquen y evitar que el sistema transforme el carnaval en mercancía, y a las murgas en una herramienta para que los punteros políticos manipulen subjetividades.