Julio López
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Martes 4 de Septiembre de 2007 | A 150 años de la corrida del primer tren en Argentina

Los gobiernos que destruyeron al tren

El 30 de agosto se cumplieron 150 años de la inauguración del primer servicio ferroviario de la historia de nuestro país, que se realizó en 1857. Con el tiempo la idea de que el ferrocarril traería progreso y un mayor federalismo a la Nación, conectando a las provincias, convirtió a la red ferroviaria argentina (con cerca de 47.000 kilómetros de rieles) en una de las más extensas del mundo, con complejísimas obras de ingeniería como el viaducto “La Polvorilla” en el ramal C-14, en Salta. La red ferroviaria argentina se extendía, y aún hoy se extiende, principalmente en tres diferentes trochas: Ancha, Media o Universal y Angosta o Métrica, existiendo algunos ramales con trocha menor a un metro. Los distintos ferrocarriles, bajo el manejo de capitales ingleses, franceses y nacionales, habían creado sus redes conectando las diferentes zonas del país con el puerto de Buenos Aires, también siendo importantes los de Bahía Blanca y Rosario.

El penar de los trenes empezó en la década del 40, casi noventa años después de su primer corrida. Los capitales extranjeros estaban perdiendo mucho dinero y el material rodante empezaba a ser obsoleto. En ese momento fue cuando el Presidente de la Nación, Juan Domingo Perón, nacionalizó los trenes en un pésimo negocio, ya que de esperar un tiempo más las empresas extranjeras hubiesen “regalado” sus ferrocarriles. A pesar de esto, durante el gobierno de Perón se le dio una nueva luz de esperanza al tren, cambiando las locomotoras a vapor por locomotoras diesel. En 1961, con Arturo Frondizi en la presidencia, se trató de imponer el Plan Larkin, ideado por un teniente general del mismo nombre enviado por el Banco Interamericano de Desarrollo, con el que se pretendía levantar 30.000 kilómetros de vías y construir carreteras, lo que se transformaría en una especie de subsidio implícito a la industria automotriz por parte de los Estados Unidos. Pero la resistencia y la lucha de los gremios ferroviarios, cristalizada en una huelga de 42 días, impidió la ejecución de ese plan. Así fue como los gobiernos empezaron a tener al ferrocarril entre ceja y ceja.

Con la llegada de la sangrienta dictadura militar de 1976, los sindicalistas y obreros ferroviarios no estuvieron exentos de la persecución que sufrieron compañeros de otros gremios. En esa época empezó el cierre y levantamiento de ramales enteros. El caso más significativo fue el del Ferrocarril Provincial de Buenos Aires, que unía Avellaneda con La Plata y Mira Pampa por trocha métrica. Este ferrocarril, que funcionaba irregularmente desde 1961, realizó su último viaje el 6 de Julio de 1977.

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