El informe Prueguer sobre el doble crimen fue muy difícil de presenciar. Leila descuartizada luego de haber sido brutalmente vejada y asesinada. Sus pedazos echados a las fieras.
Patricia, torturada de una manera crudelísima, muriendo de a poco, pues aún con su cuerpo lacerado, tumefacto por los golpes y las torturas, se le ataron ambas muñecas al cuello por la espalda, con un cable, de tal manera que se estrangulara a sí misma cada vez que quería tomar aire. Aún al ser tirada entre los yuyos de La Dársena no había terminado de morir: sus asesinos estaban seguros de que no se salvaría. Eran -son- "profesionales".
Hoy se expresa asombro, asco, repudio, por los brutales métodos usados y por la infrahumana perversidad de los asesinos. Jóvenes y maduros periodistas manifiestan estos sentimientos -a través de radio Panorama y Canal 7, por ejemplo-: no cesan de preguntarse cómo es posible que alguien pueda actuar de modo tan infame como Musa Azar, y sus "amigos", lo hicieron en estos crímenes.
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