La incorporación del maíz Transgénico RR profundizará el modelo neocolonial de exportación de commodities y contaminará de manera irreversible el ecosistema, arrastrando a la Argentina a la catásfrofe ambiental y social.
Lo peor puede ser aun más malo
‘La Argentina enfrenta graves problemas agronómicos para los cuales no tiene ni los recursos ni los expertos para resolverlos. El país ha adoptado la tecnología de los OGM más rápidamente y más radicalmente que ningún otro país en el mundo. No tomó las debidas precauciones de manejo de la resistencia y de protección de la fertilidad de sus suelos. Basada en el extendido uso de la tecnología RR no creo que su agricultura sea sustentable por más que un par de años.’ Charles Benbrook (1)
La autorización por la Secretaría de Agricultura de la nación para la libre producción, del maízRR -maíz transgénico resistente al herbicida glifosato, patentado por Monsanto- profundiza la línea económica gubernamental, de insistir en el modelo de desarrollo llevado adelante desde 1976, consolidado hasta el hartazgo por la etapa abierta en 1989 con el gobierno del Infame Traidor a la Patria escondido en Chile.
De manera artera y por sorpresa -ya que se hablaba de consultar al conjunto de la comunidad agronómica y ecológica- el Secretario Campos tomó una medida de gravísimas consecuencias futuras para la nación, reconfortando a la multinacional Monsanto por las ‘pérdidas’ que en la Argentina le acarreara el uso de la ‘bolsa blanca’ de sojaRR -es decir semilla producida por los mismos productores o intercambiada entre ellos sin pagar regalías a Monsanto por su ‘invento’. También indemniza a la multinacional por haber permitido el ingreso de glifosato chino a mitad de valor del producido por los norteamericanos. De esta forma el futuro de los productores quedará mucho más atado a Monsanto y demás multinacionales de la biotecnología, que serán los propietarios del germoplasma que comience a habitar el suelo argentino, ya que el maíz es una especie de polinización principalmente alógama.
A medida que el maízRR se propague, -para tratar de hacer realidad el sueño del pool sojero de llegar a las 100 millones de Toneladas de granos- los chacareros -los pocos que quedan- deberán comprar anualmente su semilla, ya que por tratarse de una especie de polinización cruzada el maíz cosechado perderá gradualmente la propiedad de resistencia RR. (Aún cuando algunos productores podrán hacer su propio maízRR de las F1-F2..etc., aplicando glifosato sobre la progenie y seleccionando las resistentes. De tal forma se entrega al grueso de los productores al saqueo de las multinacionales.
Los efectos sobre el ecosistema serán enormes y la Argentina seguramente encabezará -así como lo hizo con las políticas neoliberales de privatizaciones, destrucción del Estado, desindustrialización y recolonización nacional impulsadas por el FMI y el BM, que nos llevaron a la catástrofe del 2001 y de la cual aun no pudimos salir- el grupo de países más devastados por las acciones irracionales y destructivas sobre el ambiente y el hombre producidas por las multinacionales.
Si la propagación del monocultivo de sojaRR ya ha depredado a gran cantidad de variedades y poblaciones de maíces nacionales seleccionados por décadas de trabajo de nuestros técnicos y chacareros, por el simple hecho de dejar de sembrarlos, o por ser reemplazados por híbridos de menor valor adaptativo, aun cuando posean mayor techo de producción -en cuanto a respuesta a fertilizantes y a herbicidas, es decir que obligan al productor a mayor dependencia de las empresas, aumentando la pérdida de soberanía alimentaría nacional e individual, de ahora en más la contaminación transgénica de una especie de polinización alógama y cruzada como el maíz será irreversible y sus graves efectos los pagarán también las futuras generaciones de argentinos y de latinoamericanos a quienes contaminaremos con ‘nuestro’ maíz RR, como ya lo hemos hecho con la sojaRR.
Seguramente la aparición de supermalezas resistentes, de nuevas alergias, enfermedades autoinmunes o cánceres deberán ser cargados a los costos ‘externos’ de la sojización-maización, de la misma manera que el hambre, la miseria y los cien argentinos muertos por esas razones por día desde 1990, no son más que parte de la ‘tasa de sufrimiento’ que los economistas del FMI evalúan para los ‘cambios estructurales’.
Informe especial: Alberto Lapolla - Ingeniero Genetista ex- docente de la UBA