La Conferencia de las Partes del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático se encuentra reunida en Buenos Aires desde el 6 al 17 de diciembre. Sin la presión popular, la reunión se centrará mayormente en la búsqueda de más fórmulas para hacer dinero. La presión pública es sin embargo aún insuficiente. La razón principal es que el problema del cambio climático es presentado como un tema extremadamente complicado, perteneciente al ámbito de los expertos. Quienes son o serán afectados por el cambio climático son dejados fuera del proceso.
Para empeorar las cosas, muchas ONG que participan en estas reuniones internacionales, han adoptado la jerga del proceso sobre clima y parecen incapaces o no quieren compartir su conocimiento con el común de la gente. Le cuentan a la gente sobre el CMNUCC, COP, MDL, JI, PCF, LULUCF, "sumideros", "fuentes", "aire caliente" y obviamente nadie puede comprender una palabra de lo que están diciendo. Si su objetivo es que la gente no tenga herramientas para luchar y quede al margen de todos estos negociados, están haciendo un excelente trabajo.
De hecho, muchos supuestos expertos deberían aprender de las luchas llevadas a cabo por los pueblos de los bosques contra la explotación petrolera y de las comunidades locales que luchan contra la contaminación urbana, en lugar de plantear inútiles y complicadas soluciones centradas en mecanismos de mercado. No es preciso que las personas y organizaciones sociales se conviertan en "expertos" para involucrarse. El tema es en realidad sencillo y también lo son las soluciones: no extraer más combustibles no renovables de la tierra, seguir buscando fuentes alternativas de energía y detener la deforestación. Lo que es sin embargo necesario es que el tema del clima empiece a ser discutido., cuando esto comience a suceder podrá la Tierra y todos sus habitantes, hasta el más pequeño de ellos, tener una posibilidad de sobrevivir.
QUÉ ES EL CAMBIO CLIMÁTICO
La razón de la sin razón
El cambio climático es una consecuencia de los actuales modelos de desarrollo, basados en relaciones de producción y consumo que fomentan una utilización excesiva de combustibles no renovables. Así como una violenta explotación de la tierra. En general el cambio climático y el modelo de consumo característico de la sociedad industrializada van de la mano: cuanto más rico es el país, mayores son los impactos negativos, es así que Estados Unidos está a la cabeza. Los países industrializados son los que han explotado y consumido más combustibles, bosques y otros recursos del planeta, lo que les permitió alcanzar el grado de riqueza y poder actual. En ese camino, han colocado a la humanidad y la vida misma en peligro de sucumbir.
De la esperanza a la traición
La primera Cumbre de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sustentable o Cumbre de la Tierra (Rio de Janeiro, 1992), fue un hito en el despertar de la conciencia ambiental mundial. A pesar de grandes desacuerdos en cuanto a la vinculación entre medio ambiente y desarrollo, muchos dirigentes nacionales expresaron su preocupación por la forma en que el modelo de desarrollo predominante ha tenido efectos nocivos para el ambiente, y no solo ha generado pobreza sino que la ha profundizado.
Al fin, 20 años después de la Primera Cumbre de la Tierra de 1972, el ambiente había entrado por la puerta grande, generando grandes esperanzas en los cambios que los gobiernos prometieron aplicar. Entre otros compromisos, se acordó establecer un convenio legalmente vinculante dirigido a impedir el cambio climático mundial: la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
La Convención sobre Cambio Climático
El texto de la Convención fue aprobado el 9 de mayo de 1992 y entró en vigencia el 21 de marzo de 1994, con 166 países firmantes y la opción de que los demás Estados puedan seguir adhiriendo. En la Convención hay un reconocimiento del cambio acelerado que ha experimentado el clima del planeta en los últimos 200 años, y los graves efectos adversos que esto trae. También se admite que el origen de ese cambio es el aumento de las concentraciones de gases contaminantes en el aire, el cual ha provocado un calentamiento global. También se señala que la mayor parte de esas emisiones tienen su origen en los países desarrollados. El objetivo final de la Convención es que las concentraciones de esos gases se estabilicen en un nivel que no suponga un riesgo para el sistema climático y la humanidad.
El Protocolo de Kioto, donde se gestó la traición
La 3° Conferencia de las Partes de la Convención de Cambio Climático realizada en Kioto, Japón, aprobó el 11 de diciembre de 1997, el texto del Protocolo de la Convención. Mientras el propio organismo oficial de expertos sobre el Cambio climático, dijo que para evitar cambios peligrosos en los sistemas climáticos era necesario hacer una reducción global de las emisiones de gases contaminantes en un 60% con relación a los niveles de 1990. El Protocolo, finalmente, solo prevé una reducción del 5,2% para los países más contaminantes.
El gran negocio
El Artículo 12 del Protocolo incluye lo que se denomina "Mecánismo de Desarrollo Limpio". Supuestamente se trata de ayudar a lograr un desarrollo sostenible, pero en realidad, constituye una "ayuda" para permitir a los países desarrollados el cumplimiento de los compromisos de reducción de emisiones establecidos en el Protocolo. Este artículo permite la aforestación, la reforestación y las actividades que evitarían la deforestación como fórmulas de canje de emisiones de gases. El mecanismo también acepta grandes proyectos hidroeléctricos como "desarrollo limpio", a pesar de sus consabidos impactos adversos sobre los bosques y sobre las comunidades tradicionales, que a menudo han sido desplazadas de sus bosques originales.
En el largo proceso de sucesivas Conferencias de las Partes (COP), países como los Estados Unidos, responsable del 25% del total mundial de emisiones de gases contaminantes se negaron a cumplir los compromisos acordados en Kioto. En ese contexto, Japón , otro de los grandes contaminantes, presionó en la COP 8 (2002) para llegar a un acuerdo que permite que las plantaciones sean descritas como "sumideros de gases contaminantes". El Presidente Bush dijo claramente que el Protocolo lesionaría la economía de su país y su política energética, la cual está en primer lugar, es decir, por encima de los intereses de la humanidad.
Con licencia para contaminar
Las emisiones de gases, que en un principio fueron consideradas un peligro inminente, se convirtieron en mercancía. Empezaron a predominar criterios comerciales y las acciones vinculadas al clima comenzaron a ser consideradas principalmente en términos contables y especulativos. Las industrias productoras y consumidoras de combustibles, varios funcionarios de los Estados Unidos y algunos gobiernos del Norte, y una serie de intereses creados en torno al negocio de emisiones promovieron la creación de un mercado. En la base de esta propuesta estaba la noción de que todas las emisiones de gases son aceptables en la medida que puedan ser "compensadas" por otra actividad que las absorba, como plantar árboles que, gracias a su propia naturaleza actúan como verdaderos purificadores del aire, o haya reducido sus niveles de emisión.
Los países industrializados pueden así seguir adelante con sus emisiones, componiendo su imagen mediante el pago de algunos dineros a los países pobres, que terminan "vendiendo" su medio ambiente. Acosados por la pobreza, muchos son presionados a establecer plantaciones para que actúen como sumideros de gases. Prevalece la misma mirada mercantil: los bosques no son comunidades vivas, sino madera para la industria, celulosa, chips, y ahora sumideros con un valor de mercado. En la retorcida lógica de los negociadores del clima, es más conveniente talar un bosque nativo y reemplazarlo por una plantación de árboles de rápido crecimiento y que éstos actúen cómo sumideros.
La idea era seguir con el mismo tren de consumo, sin reducir las emisiones, dar cabida y promover las plantaciones con el argumento de que la absorción temporal o por unos pocos años, tiene efectos positivos. Un negocio redondo para unos pocos. Pero, ¿qué es lo que sigue?. Si las plantaciones se talan, vuelven a liberar los gases que absorbieron y estaríamos casi como al principio. La alternativa sería seguir plantando indefinidamente hasta que los árboles, ¿quizá de una sola especie conveniente, como el eucalipto?, inunden la faz de la Tierra. Tendríamos así millones de hectáreas de basureros de gases ocupando territorios que deberían proveer a las poblaciones locales de alimentos y sustento, ¿suena eco lógico?.
De culpables a salvadoras
Un actor fundamental en todas las instancias oficiales sobre clima, es el mundo empresarial vinculado con la energía, y en especial las empresas petroleras. Con sus actividades altamente contaminantes y su política de expansión dentro de un modelo de desarrollo basado en los combustibles no renovables, estas empresas figuran entre los principales responsables de las emisiones de gases contaminantes y por ende del cambio climático.
Algunas de las compañías más poderosas involucradas son: Exxon/Mobil (Estados Unidos), Shell (Holland), BP/Amoco (Reino Unido), Totalfinaelf (Francia/Bélgica), Chevron/Texaco (Estados Unidos), Repsol/YPF (España/Argentina), ENI/AGIP (Italia), OXY (Estados Unidos). Sin embargo, actualmente, estas mismas empresas presentan propuestas tecnológicas para salvar al mundo de la catástrofe, la mayoría basadas en el uso extensivo del espacio y los recursos, provocando así nuevos impactos y desequilibrios ambientales.
Algunos ejemplos son las plantaciones de grandes empresas transnacionales, que están transformando los ambientes naturales y desplazando a las poblaciones originarias, o los proyectos de gigantescos paneles solares o parques eólicos en suelos agrícolas, la construcción de represas que inundan grandes superficies con los embalses asociados, o inmensas tuberías de petróleo o gas que atraviesan áreas protegidas o zonas pobladas, poniendo en riesgo a las poblaciones locales.
LOS MALOS DE LA PELÍCULA
Los buenos y los malos de la película en las políticas de clima y cómo distinguirlos:
En su momento, los buenos eran los que prestaban atención a las advertencias de los científicos expertos en el clima, los que promovían la conservación de la energía y las fuentes de energía renovables, los que lograban que las negociaciones internacionales se centraran en buscar soluciones para el calentamiento global. Con ellos, uno se aliaba e intentaba presionar a los gobiernos para que tomaran medidas para detener la liberación de gases contaminantes al aire.
Los malos eran los que negaban que el clima estaba cambiando, o decían que los seres humanos no podían o no debían hacer nada respecto de estos cambios. Eran los que afirmaban que las cosas debían seguir más o menos como antes. Uno trataba de convencerlos, a ellos y a otros, de que estaban equivocados, y resistía sus esfuerzos de bloquear las negociaciones internacionales. Los detalles podían quedar para otro momento.
Pero esta forma de analizar las cosas rápidamente va quedando obsoleta. Ya no es tan fácil distinguir a los buenos de los malos. Y es todavía más difícil plantear estrategias eficaces para la acción. Es evidente que algo raro está pasando cuando la British Petroleum, admitiendo que el planeta se está calentando, cambia su nombre a "Beyond Petroleum" (Más allá del Petróleo) y Shell International monta un molino de viento frente a su oficina de Londres para "hacer algo" sobre el cambio climático, mientras ambas empresas siguen intentando aumentar sus ventas de petróleo y gas. Y algo huele mal cuando empresas grandes y pequeñas afirman que están ayudando a resolver el problema del cambio climático invirtiendo en plantaciones de árboles, y los delegados a la Convención sobre Cambio Climático concentran su atención en programas comerciales y proyectos de desarrollo que solo contribuyen a agravar el calentamiento global.
Sin embargo, el problema mayor no lo constituyen quienes hacen un consumo excesivo de los combustibles, sino el sistema que produce y mantiene modelos de uso excesivo. El problema no es que un pequeño grupo, que son los malos de la película y que por naturaleza gustan usar carbón, petróleo y gas, haya logrado de alguna forma apoderarse de las palancas del poder. Si fuera sólo eso, la crisis del clima sería menos atemorizante de lo que es.
LLAMADO A LOS PUEBLOS PARA ACTUAR CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO
Entre el 4 y el 7 de octubre de 2004, representantes de organizaciones y movimientos populares de diversas regiones del mundo se reunieron en Durban, Sudáfrica, con el fin de discutir opciones realistas para tratar el problema del cambio climático. El grupo culminó la reunión con un llamado a dar forma a un movimiento popular global contra el cambio climático.
Doce años atrás, los gobiernos reconocieron la gravedad del tema del cambio climático y acordaron hacer algo al respecto. Firmaron y ratificaron la Convención sobre Cambio Climático. Cinco años después acordaron el Protocolo de Kioto, cuyo cometido era establecer compromisos concretos para reducir las emisiones de combustibles no renovables. La reducción de emisiones que el Protocolo de Kioto estableció para los países industrializados era de apenas 5,2% por debajo de los niveles de 1990, lo que es completamente inadecuado para combatir de modo efectivo el calentamiento global. Pero incluso esos objetivos insuficientes están siendo evadidos a través de esquemas como el comercio de emisiones, que incluye el establecimiento de monocultivos forestales como "sumideros", principalmente en el Sur. Estos esquemas están siendo adoptados por las mismas entidades que están destruyendo el planeta. Mientras tanto, continúa la destrucción de más y más bosques nativos y el desplazamiento de más y más comunidades.
Entre las comunidades impactadas por el cambio climático y por las falsas "soluciones" propuestas por el Protocolo de Kioto se cuentan los pueblos indígenas, los pobres y marginados, en particular las mujeres, los niños y los ancianos de todo el mundo. Los gobiernos y las instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial alientan la utilización acelerada de las cada vez más limitadas reservas de combustibles. El resultado es el surgimiento de un número creciente de conflictos militares en todo el mundo, que aumentan la injusticia social y ambiental.
Del mismo modo que los movimientos populares del mundo entero se están alzando contra la privatización del agua y la vida, debemos alzarnos contra la privatización del aire, que se está promoviendo mediante el establecimiento de un "mercado de emisión de gases" global. Si pretendemos evitar una crisis mayor, la reducción drástica de las inversiones en combustibles no renovables y en el uso de los mismos es inevitable, al igual que la lucha por los bosques nativos que quedan y los pueblos que habitan en ellos. Debe hacerse frente al erróneo enfoque actual de las negociaciones internacionales mediante la participación activa de un movimiento mundial de pueblos para que el tema del clima y la misma vida vuelva a sus manos.
El río bajará de la montaña
Desde la Comunidad Mapuche Pillán Mahuiza, Frente en Defensa del río Carrenleufú, se está convocando a la única movilización popular para escrachar la Cumbre denunciando la realización de un megaproyecto hidroeléctrico en la Provincia de Chubut.
"Les pedimos que marchen junto a nosotros. Desde el 9 al 17 de diciembre estaremos allí en Buenos Aires. Necesitamos sentir sus manos combativas entre las nuestras. Todos los sectores de lucha serán bienvenidos. Cada compañero es imprescindible. El arma más eficaz en la barricada de los sueños es la unidad. Aquí, en este rincón del mundo, los opresores nos intimidan, nos amenazan. Creen que estamos solos. Ustedes compañeros, les demostrarán lo contrario."
"La idea de estar en Buenos Aires es porque entendemos que el conflicto de las seis represas nos concierne a todos. No es un problema de la comunidad mapuche, del pueblo de Corcovado, es un problema de todos los argentinos. Porque estamos permitiendo el saqueo y la destrucción de nuestro territorio por parte de las corporaciones con total impunidad."
Por la tierra, por el agua, por la vida
"Resistiendo una vez más la embestida de los dueños del mundo, los invitamos a marchar junto a nosotros el 17 de diciembre, a las 12 hs. desde Aráoz y Av. Las Heras.
"Nosotros queremos instalar el conflicto del agua, una reflexión sobre el desarrollismo. Nosotros no nos oponemos al desarrollo, entre comillas, nos oponemos al desarrollismo destructivo, nos oponemos a que sigan asesinando ríos en nombre del progreso. Creemos que hay otras alternativas energéticas a las que se les pueden echar mano, sin necesidad de pagar tan altos costos como los que vamos a pagar nosotros. Queremos llevar este conflicto a Buenos Aires, nada más que con una de las corporaciones españolas más poderosas."
Para contactar a Pillán Mahuiza en Buenos Aires: 15-56-092022 Más información: Desde la barricada de los sueños
Fuentes:
Movimiento por la selva tropical
Acción solidaria por el medio ambiente
Marea creciente