El 3 de octubre próximo, en la Ciudad de México, los ministros de energía y medioambiente de los países miembros del G8 -los 8 países más industrializados y ricos del mundo- tienen previsto empezar las negociaciones de un acuerdo sobre cambio climático que será el sucesor del Protocolo de Kyoto, acuerdo que termina en 2012. Los ministros de esta cumbre extraordinaria del G8 serán acompañados por los ministros de energía y medioambiente de cinco países «emergentes»: Brasil, India, China, Sur África, y México.

Este grupo conocido como «G8+5» representa el 58% de la población humana en el mundo, el 61% del consumo de petróleo, el 80% del consumo de carbón, y el 73% de la generación de las emisiones de dióxido de carbono (CO2), el mayor contribuyente entre los gases de efecto invernadero, causando el cambio climático a través de la quema de carbón, petróleo, y gas natural a escala industrial para la generación de energía. Pero, en vez de pensar como reducir drásticamente sus contribuciones al calentamiento global, las negociaciones del G8+5 en la Ciudad de México se concentrarán en cómo las economías más grandes del mundo pueden «mantener», «promover», y «expandir» su dependencia masiva en los combustibles fósiles mientras presentan una fachada fraudulenta de «conservación energética», «desarrollo sustentable», y «soluciones de mercado», a los ciudadanos y a los miles de refugiados ambientales espantados por la creciente evidencia global sobre el cambio climático y sus propias experiencias personales en catástrofes climáticas.

Por años, los aspectos del Protocolo de Kyoto que han recibido más críticas son las «escapatorias» que ofrece para ayudar a las corporaciones a evitar recortes en sus emisiones. Estas escapatorias incluyen el comercio de créditos de carbono y el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL). Los mercados de carbono y los mecanismos como los MDL son financiados por el norte industrializado e impuestos por las agencias multilaterales de desarrollo incluyendo al Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

Por su parte, la Declaración de Durban sobre el Mercado de Carbono, escrita en octubre de 2004 durante la Cumbre de los Pueblos en la ciudad costera de Durban, Sur África, compromete a activistas de todo el mundo a construir un movimiento de base por la justicia climática, movilizar comunidades en el todo el mundo, y afirmar nuestra solidaridad con los pueblos en oposición a los mercados de carbono en sus localidades respectivas:

«La historia ha sido testigo de intentos de mercantilizar la tierra, los alimentos, el trabajo, los bosques, el agua, los genes y las ideas. El comercio del carbono sigue los pasos de esa historia y transforma la capacidad de reciclar carbono de la Tierra en un bien objeto de compra y venta en el mercado mundial. En el proceso de creación de esta nueva mercancía -el carbono- la facultad y la capacidad de la Tierra de sostener un clima que haga posible la vida y las sociedades humanas están pasando a manos de las mismas corporaciones que destruyen el clima. El Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) del Protocolo de Kioto, así como muchos esquemas de comercio de carbono del sector privado, alientan a los países industrializados y a sus corporaciones a financiar o crear sumideros de carbono baratos, tales como las plantaciones de árboles a gran escala en el sur, como una alternativa lucrativa a la reducción de emisiones en el norte.» (Declaración de Durban)

Cuando la crisis del calentamiento global se hace cada día peor, los ministros de energía de los países miembros del G8 se reunirán para avanzar con su agenda, vender la atmósfera y el aire que respiramos bajo la cínica bandera de estar mejorando el estado ambiental del planeta

Más Información: Movilización contra G8 + 5 + Declaración de Durban