El conflicto minero en Catamarca, sabemos bien, no es nuevo. Los hechos sucedidos en Andalgalá el pasado lunes 15 de febrero han sido producto de la indiferencia oficial a un reclamo que lleva más de una década. Este reclamo nace junto con el Proyecto La Alumbrera, se profundiza al hacerse público el Proyecto Agua Rica y, más recientemente, el de Pilciao 16. Conocemos por experiencia propia las consecuencias de la explotación de la minería a cielo abierto, la falsedad de las promesas de progreso, trabajo, bienestar social y demás “espejitos de colores”. No hace falta más que leer un diario, del frente que sea, para constatarlo. Pero incluso no han sido pocos los profesionales que, a través de sus estudios ambientales, económicos y sociales, han advertido acerca de las graves secuelas que nos deja este tipo de explotación, entre las cuales se cuentan: contaminación de los causes de agua dulce, relocalización de población, voladura de cerros emblemáticos y sagrados, enfermedades respiratorias, dermatológicas, cáncer, desaparición del trabajo agrícola y ganadero, por nombrar algunas. Comunicado completo: