Cada vez que se acerca la fecha de conmemoración del Día Internacional del Ambiente, surgen diferentes actividades que ponen en debate la forma en que se produce y consume en el sistema capitalista y más específicamente en nuestra región la continuidad del saqueo a los recursos naturales, que comenzó hace 500 años a los Pueblos Originarios.
El sistema de producción industrial que produce contaminación impactando en la salud humana y siendo la causa directa de la extinción de especies animales y vegetales.
El avance de la frontera de producción agrícola y la utilización de agrotóxicos que destruyen los suelos y ecosistemas.
El avance de la industria minera extractiva a gran escala, que consume los reservorios de agua dulce de acuíferos, ríos y lagos. Mientras las riquezas económicas se van del país, a las comunidades afectadas le quedan los desechos que van matando la vida en los valles de la cordillera de donde provienen gran parte de los alimentos.
El avance de una importante red de transportes y autopistas cuyo flujo va ahogando a los pueblos y ciudades en un caos de accidentes sumando contaminación visual, auditiva, aérea y devastando las economías regionales.
Las organizaciones ambientales cuestionan esta forma de encarar la producción e intenta construir alternativas amigables con los ecosistemas. Al mismo tiempo hay sectores sociales vinculados, al poder económico, que deciden que, como, cuando y donde se produce, sin importar la destrucción y la contaminación que deja a su paso. Y otros sectores –la inmensa mayoría- que sufren la ferocidad destructiva con pocas alternativas de escapar a ella.
Suele creerse que la contaminación y los problemas ambientales afectan a todas las personas por igual. Sin embargo muchos/as no todos pueden elegir como y donde vivir o trabajar. Es necesario comenzar a plantearnos, como sociedad, que alternativas podemos construir colectivamente diferente a este sistema que nos somete a vivir destruyendo a la naturaleza de la cual somos parte.