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Mapuche - Los que se oculta tras el ataque en la cordillera
Por Mapuche Stichting | FOLIL -
Saturday, Jul. 20, 2002 at 1:02 AM
Los intereses del gobierno y Endesa en la zona del Queuco- Chile
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Los intereses del gobierno y Endesa en la zona del Queuco
Los que se oculta tras el ataque en la cordillera
Pedro Cayuqueo / 19 de julio de 2002
Resistencia Mapuche
Lentamente comienzan a salir a la luz pública aspectos desconocidos respecto
del violento ataque sufrido por una familia pehuenche de la comunidad de
Cauñicú, Alto Bio-Bio y en donde perdieron la vida dos de sus miembros el
pasado domingo 14 de julio. Nos referimos a los hermanos José Mauricio y
Agustina Huenupe Pavían, de 28 y 32 años respectivamente, quienes fueron
brutalmente asesinados tras el ataque perpetrado por desconocidos armados a
su comunidad.
Si bien los primeros informes de prensa hablaban de un enfrentamiento
"entre" pehuenches y señalaban como principal movil de la agresión las
"rencillas" existentes entre la familia Huenupe -víctimas del ataque- y el
resto de su comunidad producto de los reiterados conflictos territoriales
existentes en la zona, la verdad oculta tras los hechos pareciera ser muy
diferente e involucra aspectos políticos mucho más profundos que una simple
diferencia de opiniones entre familias o una rencilla doméstica zanjada con
la brutalidad "típica" de los mapuche, como señaló en alguna ocasión el
tristemente célebre historiador chileno Sergio Villalobos.
Eso al menos se desprende de las últimas declaraciones del dirigente
pehuenche Felix Tranamil, Presidente del Consejo de Lonkos del Alto Biobío,
quién tras informar este miercoles 17 a los medios de comunicación que su
organización solicitará a la Corte de Apelaciones de Concepción un ministro
en visita para aclarar los hechos en los cuales los dos hermanos pehuenches
fueron asesinados, señaló la posibilidad de que "grupos paramilitares" al
servicio de los colonos chilenos y apoyados por el gobierno pudieran estar
detrás del enfrentamiento de Cauñicú.
En una rueda de prensa desarrollada en la ciudad de Concepción, el dirigente
indicó que existía la posibilidad de que el ataque de más de 40 personas
contra la familia Huenupe haya sido planificado e instigado por grupos de
colonos chilenos, campesinos no indígenas del lugar, los que a su juicio se
encontrarían montando una "organización paramilitar" en la zona para hacer
frente a las movilizaciones que las comunidades realizan desde el año 1999
para recuperar sus territorios usurpados.
Tranamil indicó que el conflicto de fondo, que terminó con la vida de estos
dos pehuenches, es el incumplimiento del gobierno de sus compromisos de
sacar a los colonos chilenos que habitan en el Cajón del Queuco y restituir
las tierras usurpadas a las comunidades del sector. Añadió que las
autoridades, en su afan por debilitar el movimiento pehuenche de
recuperación de tierras, no han dudado en dividir a las comunidades y
provocar enfrentamientos entre los propios hermanos. "En esta línea han
creado organizaciones proclives a su política, dividiendo a las comunidades,
a las propias familias y generando hechos de violencia como el ocurrido el
pasado fin de semana", señaló.
Según Tranamil, el objetivo de tales organizaciones no sería otro que
detener las movilizaciones, generar conflictos internos y debilitar al
movimiento pehuenche que se ha fortalecido en dicha zona de conflicto a
través de prolongadas y combativas jornadas de movilizaciones. Pero, ¿qué
importancia podría tener para colonos y autoridades chilenas el cordillerano
Valle del Rio Queuco, como para comprometerse con este tipo de acciones
propias de la contrainsurgencia de los setenta?.
Zona de alto riesgo e interés
La comunidad de Cauñicú, lugar donde se registró el ataque a la familia
Huenupe, se encuentra enclavada a la zona cordillerana a unos 90 kilometros
de Los Angeles, en el Valle del Rio Queuco, Alto Bio-Bio, territorio
histórico del pueblo mapuche-pehuenche y que a partir del año 1999 viene
siendo protagonista de un sinnúmero de movilizaciones y acciones de
autodefensa por parte de comunidades que reivindican territorios usurpados
en manos de colonos chilenos y empresas de explotación forestal y ganadera.
Esta comunidad, dirigida por el lonko Ramón Naupa, integra junto a las
comunidades de Malla Malla, Trapa Trapa y Callaqui el movimiento de
resistencia pehuenche que a través de la recuperación productiva de sus
tierras y la expulsión efectiva de los colonos del Valle del Queuco ha
logrado doblegar los "oscuros" intereses del gobierno chileno en dicha zona
de la cordillera de la Octava Región, tal como los denomina el lonko de la
comunidad de Malla Malla, Segundo Suarez.
Para el destacado dirigente pehuenche y vocero de la lucha en la zona del
Queuco, tras los intentos del gobierno por frenar las movilizaciones se
esconden poderosos intereses económicos y geopolíticos que distan mucho de
un interes real de las autoridades por la dificil situación que atraviesan
sus antiguos "colonos".
"Los colonos llegaron a estas tierras a mediados del siglo pasado y fueron
instalados en nuestras tierras mientras el Ejército chileno y Argentino
perseguían a nuestros antepasados por la Cordillera", nos señala el
dirigente en una visita realizada a su comunidad. En ese tiempo -argumenta-
era importante para el gobierno traer colonos chilenos a repoblar los
territorios despojados a los pehuenches, en su gran mayoría campesinos
pobres de la zona del Bio-Bio que aceptaron el ofrecimiento de las
autoridades motivados más por la necesidad económica que por el orgullo
patrio de hacer soberanía.
"Hoy para el gobierno tanto los pehuenches como los colonos somos un
estorbo, los colonos porque gatillan los conflictos con las comunidades y
los pehuenches porque nos hemos organizado nuevamente y estamos luchando
junto a otros sectores de nuestro pueblo por nuestra Autonomía, dificultando
en la cordillera los planes y proyectos que el gobierno tiene para estos
territorios, como la construcción de nuevas represas de la multinacional
Endesa, por ejemplo", enfatiza.
La referencia que hace el dirigente a los megaproyectos hidroeléctricos de
Endesa-España no son casuales. De concretarse la polémica construcción de la
Represa Ralko a fines del año 2003, otras cuatro centrales hidroelécricas
contemplan los inversionistas españoles construir en la zona del Alto
Bio-Bio. Dos más en la cuenca del mismo río Bio-Bio y otras dos en el Valle
del Rio Queuco, precisamente el territorio histórico y que ha sido
recuperado paulatinamente en los últimos dos años por las comunidades en
conflicto de Malla Malla, Trapa Trapa y... Cauñicú.
"Es un proyecto a largo plazo y es de público conocimiento que las próximas
represas serán construidas en el Río Queuco", concluye Suarez. Esto, claro
está, solo si antes la resistencia pehueche no logra unificar posiciones y
decide enfrentar la lucha en la zona del Alto Bio-Bio de manera conjunta,
como una reivindicación territorial autonómica, anhelo que según
confidencian otros dirigentes de la zona cordillerana podría verse
concretado en un plazo no muy lejano. Al menos, ese pareciera ser el norte
que guia tanto sus discursos como sus construcciones.
La mención que hace el dirigente de las proyecciones autonómicas de la lucha
de sus comunidades es otro factor de preocupación para el Gobierno. Y no
sólo para sus autoridades civiles, sino que también y quizás en mayor medida
para aquellos sectores ligados a las Fuerzas Armadas, quienes ven como una
peligrosa amenaza para la integridad del estado chileno el potente discurso
autonomista que pareciera permear a la nueva generación de líderes mapuche
desde la zona lafkenche hasta los sectores más apartados de la Cordillera de
los Andes.
La apuesta del gobierno
Resulta evidente que las acciones reivindicativas del movimiento pehuenche
se están transformado en un serio obstáculo para los planes del gobierno en
dicha zona del territorio mapuche, donde intereses políticos personales
(como las miles de hectareas que la comunidad de Callaqui reclama le fueron
usurpadas por el propio ex presidente Patricio Aylwin) y corporativos (como
los planes genocidas de Endesa-España avalados por toda la plana mayor de la
Concertación) se entrecruzan hasta ahora en el mayor de los secretos.
En este contexto, las recientes declaraciones del dirigente Felix Tranamil
en orden a investigar la posible actuación de grupos "paramilitares" tras el
asesinato de los hermanos Huenupe Pavian no pueden ser desoidas tanto por la
opinión pública mapuche, como por las autoridades judiciales que tengan a su
cargo la investigación de tan fatídicos hechos, más aun cuando hechos de
esta misma naturaleza se vienen repitiendo con alarmante impunidad en otras
zonas del territorio mapuche, tales como Victoria, Traiguén y principalmente
Collipulli
El gobierno, por su parte y a través del gobernador de Biobío, Esteban
Krause, ya anunció su apuesta por mayores grados de militarización de la
zona de conflicto, ampliándo los contingentes policiales destacados el
Queuco y reforzando la seguridad de los colonos residentes. Para las
autoridades locales, la solución al clima de tensión que se vive en la
cordillera pasa precisamente por aquello: por aumentar la presencia policial
en la zona, hacer respetar el Estado de Derecho y evitar la entrada a la
zona de activistas mapuches "radicalizados", quienes para el alcalde de
Santa Barbara, René Correa Hermosilla, constituyen los "únicos" responsables
de los violentos hechos ocurridos en Cauñicú.
Y para ello, nada mejor que militarizar el territorio, medida que a la luz
de lo expuesto sólo pueden significar mayores grados de intervención,
represión y violencia, pero en ningún caso tranquilidad para las familias
pehuenches que habitan hasta ahora los codiciados cajones del Río Queuco y
del Bio-Bio, y que sueñan -incluso en la lejanía de aquellas montañas- con
la autonomía que en forma cotidiana el estado le niega al conjunto de
nuestro pueblo.
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