Julio López
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LOPEZ REGA, LA CIA Y LA TRIPLE A
Por Revista El Periodista - Wednesday, Jan. 14, 2004 at 11:31 AM

La investigacion inconclusa de Rodolfo J. Walsh

A fines de 1974 Rodolfo J. Walsh inició una investigación sobre la Triple A, que interrumpió poco antes del golpe militar del 24 de marzo de 1976. Sus borradores incluyen certidumbres, hipótesis y meras pistas que no tuvo tiempo de seguir: que el hombre de confianza de Perón y su esposa, hoy detenido en Miami, era el jefe político de la AAA; que el almirante Eduardo Massera se lo hizo saber a Ricardo Balbín y que el jefe radical lo denunció ante la Señora Presidenta; que la organización criminal fue inspirada y controlada por la CIA; que particuparon en ella sectores de distinto origen: policías, militares, sindicalistas, delincuentes comunos.
Lo que sigue es una síntesis de la investigación de Walsh, que Horacio Verbitsky conserva en una caja de seguridad desde hace una década.

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Texto1
Por Texto1 - Wednesday, Jan. 14, 2004 at 12:37 PM

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Por texto2 - Wednesday, Jan. 14, 2004 at 12:37 PM

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Por texto3 - Wednesday, Jan. 14, 2004 at 12:38 PM

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Por Roby Santucho - Thursday, Jan. 15, 2004 at 4:47 AM

A Walsh y varios mas los entrego Verbitsky

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La Entrega
Por Respaldá tus palabras - Thursday, Jan. 15, 2004 at 9:22 AM


No he escuchado esa afirmacion mas que en forma anonima (como la tuya) o en el SEPRIN (esto ultimo se entiende)

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Por Roby Santucho - Thursday, Jan. 15, 2004 at 4:23 PM

¿Estas seguro?. Preguntale a Bayer a ver que opina..

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Desasnado
Por Palabras Respaldadas - Thursday, Jan. 15, 2004 at 4:42 PM

Roby, vos sabes que lei tu respuestas y aunque aprecio mucho a Bayer a veces dice cosas que no son con lo que para mi su opinion sola no valida nada.

Pero en vez de seguir en i escepticismo me puse a buscar en la WEB y encontre eso de mas abajo que me ha dejado pensando. ¿Sera posible tanta bajeza?. Verbitsky -mas alla de las diferencias politicas que uno pueda tener- es un tipo que lucha por buenas causas, ¿puede una mala persona luchar por cosas buenas?, ¿sera realmente tan jodido o sera todo una leyenda?. Seguire investigando. Esto es lo que encontre:

Material Primicia para Off News
Claudicaciones éticas por mayor: El ?Proceso? de educación, (o como encontré el ?pero?) de Horacio ?El Perro? Verbitsky



Por Martin Edwin Andersen

La polémica reciente entre el historiador Osvaldo Bayer y el periodista Horacio Verbitsky publicado en el diario Río Negro me trajo un aluvión de recuerdos sobre mi entonces amistad con él que esgrimió, durante la década de los ?80, la frase ?claudicación ética? como su estandarte periodística. Sin embargo, no fue Bayer, sino Jacobo Timerman, quién me sugirió por primera vez que, en vez de ?bandera canina?, debería haber sido el lema autobiográfico de el que fue, años antes, su aprendiz.

A mediados de 1985, estuve cenando con Jacobo y su bella mujer, Risha, y mi entonces esposa, Laura Dubcovsky, ya en séptimo mes de embarazo de nuestra primera hija, en la casa del ex-director de La Opinión, ubicado en el paquete bario Belgrano Chico. Por ese entonces, además de ser corresponsal local para la revista Newsweek, le serví a Timerman de traductor para las geniales notas que escribía a menudo para la edición internacional de la revista.

Sabía que Horacio había estado con Timerman en la década ?60 en la revista pro-Onganía Confirmado, y después trabajaron juntos en La Opinión, antes de que Horacio se fuera a trabajar como ?embajador??palabra que el usó conmigo al hablar de su pasado dorado--de los montoneros frente el gobierno nacionalista peruano de facto del general Juan Velasco Alvarado.

Yo conocí a Horacio poco antes que comenzaran los juicios a los comandantes del Proceso militar en 1985. Había leído su ?La Ultima Batalla de la Tercera Guerra Mundial,? en que esgrimió algunos argumentos sólidos sobre la alianza nefasta que el gobierno de mi país estableció con los guerrilleros sucios argentinos en América Central. Tenía obviamente un don para la palabra escrita, rasgo familiar dado que su padre, Bernardo, el muy amado novelista (y amigo de Timerman), había acuñado la frase ?villa miseria,? después de uso popular al hablar de los vecindarios pobres.

A final de la cena Jacobo y Risha, una mujer cálida y fina, caminaron con nosotros a la puerta de su departamento. Y, entusiasmado con la coincidencia de que Horacio había sido discípulo de Timerman, le conté a Jacobo que recientemente había establecido una amistad con Verbitsky.

Su respuesta, sin embargo, me dejó sin ganas de continuar con el tema. ?¿No te parece muy raro,? remató Timerman, el preso político más famoso durante aquel tiempo de plomo, ?que Horacio, siendo ex oficial montonero, seguía sin problemas en el país durante todo el Proceso?? Mientras Risha asintió vigorosamente con su cabeza, prosiguió: ?¿Como se explica eso??

La próxima vez que me encontré con mi nuevo amigo, abordé cautelosamente lo que dijo Timerman. ?Es una cosa de Jacobo,? sentenció Verbitsky, que parecía que estaba irritado. ?A veces tiene vetas macartistas?, sentenció.

Me explicó que la disputa entre los dos venía porque él, Verbitsky, criticaba abiertamente a otro discípulo de Timerman, Pablo Giussani, quién acababa de escribir una brillante pero polémica historia personal sobre los montoneros que se llamaba: ?La soberbia armada?.

Aunque el no quiso abundar en detalles sobre lo que había pasado ?no hay que olvidar que su nuevo amigo (yo) era norteamericano, y por ende nunca liberado de todo de sospecha por aportación de ciudadanía? Verbitsky se esmeró en pintar un cuadro de pena que lo hacía asemejarse a la versión argentina de Anna Frank, aquella tierna chica holandesa, quién se escondió de la persecución nazi con su familia por más de dos años, antes de ser delatados y mandados a morir en los campos de concentración del Holocausto.

Me dijo Verbitsky que los años del Proceso eran de mucho miedo para él y su familia. ?Por años no salí de mi casa. Mi mujer hacia las cosas que teníamos que hacer afuera. Sobreviví como traductor de material que algunos amigos mi hicieron llegar.? Era una versión que parecía creíble, si uno creía que el que hablaba compartía la misma pasión por la historia bien contada. Después me entere que no fue así.

Para entender la ductilidad de Verbitsky en re-escribir su propia historia, vale reparar ahora lo que él dijo el 12 de diciembre de 1999 en Nueva York, un mes después de la muerte de Timerman. Entre los que escucharon las palabras en la Sinagoga del Rabino Marshall Meyer -ese si un fiel amigo de Timerman- fueron oyentes de privilegio para un hombre que se burlaba de la gente que lo llamaba cortésmente ?Doctor,? cuando?según me contó Verbitsky mismo?no tenía título universitario.

Aquella vez estuvieron en la ceremonia, la feroz combatiente por los derechos humanos Patricia Derian, el editorialista del New York Times Anthony Lewis, y Ben Gilman, entonces presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara Baja norteamericana. También se leyeron cartas de los ex-presidentes Jimmy Carter y Raúl Alfonsín (este último un blanco predilecto de Verbitsky por sus ?claudicaciones éticas?) y del dramaturgo Arthur Miller, autor de la obra inolvidable ?Incidente en Vichy.?

El discurso de Verbitsky se llamaba: ?Un irlandés y un judío,? titulo curioso que se explica solamente por el hecho que Verbitsky, al ser biógrafo del ?irlandés,? el ex-jefe de inteligencia montonero Rodolfo Walsh, se perfiló como su heredero, entre los que desconocían las andanzas del Perro en los meses posteriores a la muerte de Walsh en 1977.

?Como viejo amigo de la familia y periodista que trabajó muchos años con Jacobo, sus hijos Héctor y Javier me pidieron que anunciara la creación de la beca Jacobo Timerman para que periodistas de América Latina cursen estudios de postgrado en la Facultad de Periodismo de la Universidad de Columbia,? Verbitsky comenzó.

?Timerman trabajó como periodista durante cinco décadas y su nombre está asociado con el de varias revistas y diarios que transformaron y modernizaron el periodismo argentino,? dijo, sin profundizar, Verbitsky. ?Desde su secuestro por la dictadura militar que ensombreció a la Argentina, Jacobo se convirtió en un símbolo de otro tipo. En ese siniestro período casi un centenar de periodistas fueron desaparecidos, palabra que es nuestra triste contribución al lenguaje universal?.

?La prensa estaba controlada e incluso algunos editores aceptaban la consigna militar de que la seguridad nacional era más importante que la libertad de expresión,? dijo como horrorizado al recordarlo, Verbitsky. ?Pocos héroes se opusieron a esta lógica perversa, dentro y fuera de la Argentina?.

?El principal héroe de la resistencia interna fue Rodolfo Walsh, quien organizó una agencia clandestina de noticias en las peores condiciones imaginables, para obtener y difundir información sobre lo que estaba ocurriendo. Walsh era de origen irlandés, y se enorgullecía de ello. Timerman fue el más notorio denunciante de la Junta militar fuera del país. Tuve el privilegio de trabajar en distintas épocas con ambos. De ellos aprendí el violento oficio de escritor, como Walsh lo llamó. Jacobo era judío y también se enorgullecía de serlo. Si el diario de Timerman hubiera sido hostil a la Junta desde el primer día, su caso hubiera sido explicable en pura clave política. Pero no fue así. Una porción significativa de las clases medias sintió alivio por el derrocamiento del corrupto y sangriento gobierno de Isabelita Perón y de los escuadrones de la muerte del brujo López Rega. La Opinión reflejó ese sentimiento. Pero Timerman era judío, mientras que el credo militar era el de la Nación Católica?.

?Lo acusaron de financiar su diario con fondos pagados a los Montoneros por el rescate de los hermanos Born,? rememoró Verbitsky. ?Esta acusación era ilógica, porque La Opinión comenzó a publicarse en 1971 y los Born pagaron el rescate en 1975. Los propios militares lo absolvieron en una parodia de juicio, pero no lo dejaron en libertad. Porque era judío?.

?Como no contó con el apoyo del aterrorizado y cómplice liderazgo comunitario, que aceptaba los argumentos militares, el propio Timerman, desde su celda, se las ingenió para que el mundo supiera lo que estaba ocurriendo. Aceptó los cargos que le hacían sus torturadores y reconoció que era Sionista Socialista. Entusiasmados por haber capturado a quién consideraban uno de los Sabios de Sión, publicaron sus declaraciones en la portada del amistoso diario La Prensa. Así el mundo supo, y la presión internacional terminó forzando a la dictadura a liberarlo, no antes de saquear su diario y de despojarlo de su nacionalidad argentina. Entonces, Timerman comenzó un extraordinario periplo personal denunciando los abusos de los militares en el gobierno. Según Gabriel García Márquez la Carta Abierta de un Escritor, que Walsh envió a la Junta Militar, es una obra maestra del periodismo universal. También es una obra maestra el libro de Jacobo, Prisionero sin nombre, celda sin número, uno de los grandes libros del siglo en la Argentina?.

?El viernes pasado el tercer presidente civil electo consecutivo asumió el gobierno en Buenos Aires,? advertió Verbitsky. ?Las Fuerzas Armadas han dejado de ser una sombra amenazante. Sin embargo, la democracia argentina no es plena y madura. Los últimos días de vida de Timerman fueron ensombrecidos por la designación como profesor en la Universidad de Buenos Aires del general Teófilo Goyret, quien dirigió La Opinión después del despojo. Me temo que sería prematuro decir: Jacobo, descansa en paz.?

Al leer el texto de su discurso, reproducido por Pagina/12, no sabía si debería reaccionar con risa, bronca, tristeza, o una regia mezcla de los tres. Aunque a Horacio no le faltaba la verdad al decir, ?Pocos héroes se opusieron a esta lógica (de seguridad nacional) perversa, dentro y fuera de la Argentina,? a ser leal a los hechos, debería el mismo hablar de su propia claudicación ética durante el Proceso.

Alrededor de dos años antes que muriera Timerman, me enteré que Verbitsky se había metido en su propio pasado clandestino durante la dictadura militar algún ?invento literario?.

Resulta ser que el ex-oficial montonero, apenas había sido asesinado Walsh, había colaborado con un alto oficial militar retirado en la publicación, dos años más tarde por el Círculo de la Fuerza Aérea del libro, ?El poder aéreo de los argentinos?. El autor del libro fue el Comodoro (RE) Juan José Güiraldes; él mismo un ex-socio de Timerman. Güiraldes admitió años más tarde a la periodista argentina Gabriela Loterzstain que fué él mismo quien había tratado de convencer al embajador de Israel de que los militares argentinos no perseguían a la comunidad judía como parte de su cruzada ?occidental y cristiana,? aunque para esa misma época el caso Timerman ya había cobrado notoriedad mundial.

?Al comienzo de nuestras reuniones,? Güiraldes recordó a Lotersztain, ?(el embajador) Nirgad se inclinaba a pensar que había signos de antisemitismo en algunos sectores de las tres fuerzas. Pero al acabo de varios años de conversaciones logré al menos que dudara de eso. Con frecuencia le preguntaba: ?¿Durante el gobierno del Proceso de Reorganización Nacional, se ha producido algún acto de antisemitismo? ¿Alguien ha puesto alguna bomba en una sinagoga??. El embajador, con la gracia que lo caracteriza, me decía: ?En estos días es bastante difícil andar poniendo bombas?. Lo cual era cierto, porque los militares estaban plenamente ocupados en reprimir el terrorismo.?

?¿Nirgad le había manifestado algún grado preocupación por los arrestos y los secuestros??, se le preguntó a Güiraldes.

?Así es. Pero no solo por los arrestos. También hablábamos largo y tendido de lo que significaba la brutalidad del terrorismo. Pero aquí me atrevo a afirmar que el embajador no debe haber tenido más ingerencia en lo concerniente a los argentinos de religión judía que a los argentinos no judíos. ¿Porqué sostengo esto? Fundamentalmente por aquella ingeniosa frase que tanto me repetía: ?Yo no soy el embajador de los judíos sino de los israelíes. Los judíos argentinos son compatriotas suyos?. Si algún ciudadano Israelí hubiera estado preso o sometido a malos tratos, probablemente Nirgad habría intervenido. Pero no creo que el hecho de que un detenido fuese judío constituyera para el embajador una razón para tomar cartas en el asunto?.

(Admito que la primera vez que leí la trascripción de la entrevista que Lotersztain me facilitó, no lo podía creer. Tuve que hacer una entrevista de larga distancia por teléfono con el Comodoro Güiraldes, donde él me confirmó con alegría las citas de él, para convencerme de que realmente el protector de Verbitsky pensaba así).

Pero hay más. Mientras que, después del despojo del diario de Timerman, el General Goyret dirigió La Opinión, Verbitsky ayudó a Güiraldes a confeccionar ?El poder aéreo de los argentinos?, obra que fue dedicada por el militar a la conducción de la Fuerza Aérea del Proceso. Y que fue publicado apenas dos años después de que Walsh?de quién dice Verbitsky que aprendió ?el violento oficio de escritor?--escribiera ?La Tres A son las Tres Armas.?

Los agradecimientos de Güiraldes no terminaron con los militares procesistas, sino también alcanzaron a Verbitsky. ?Este libro no hubiera podido llegar a las prensas de no haber recibido el permanente aliento y la eficaz colaboración de Horacio Verbitsky.? El libro, que mencionó al ex-montonero con nombre y apellido, fue publicado al mismo tiempo que el furibundo General Luciano Benjamín Menéndez se levantó en contra de la junta afincada en Buenos Aires so pretexto de que ellos fueron ?blandos? en el caso Timerman, a quién tenían que liberar por presión mundial.

Para ver como fueron los esfuerzos del Perro para embarrar la cucha de su propio pasado, conviene reparar en una entrevista que le hizo el periodista Uki Goñi el 14 de junio de 1995. Titulado: ?Un periodista bajo presión,? Verbitsky proclamaba que, después de que fue matado Walsh, ?continuaba (él) haciendo su trabajo por aproximadamente un año más en una forma más o menos orgánica hasta que casi no había nadie acá para participar en esa tarea; aparte de los que mataron, muchos más dejaron el país... Yo sobreviví lo mejor que pude con los frutos de mi máquina de escribir. Escribí un libro de cocina, otro sobre gimnasia yoga, un libro sobre el transporte de carga aérea; siempre como autor fantasma (ghost writer) para los que osaron contratarme en 1979, 1980, y 1981.?

Hay quienes quieren pintar a Horacio como ?servicio,? presunción que se basa en dos argumentos que a mi me parecen macartistas: 1) que está bastante bien informado (y por ende alguien?o algún ?servicio?- tiene que estar ?dándole? la información), y 2) muchos otros periodistas argentinos reciben ?sobres? de los servicios de inteligencia argentinos, ¿porqué no él?. Rechazo esas versiones de plano. El problema no es que Horacio es un "servicio," sino que ha sido en muchos momentos de su vida "servicial" a un interés u otro, democrático o no, sin importarle demasiado?parece-la ética.

Así colaboró con dos medios golpistas?Confirmado y Primera Plana?en los años ?60. Con la ?soberbia armada? montonera también encontró su caudal para aportar. Aunque el notó en Nueva York que ?una porción significativa de las clases medias sintió alivio por el derrocamiento del corrupto y sangriento gobierno de Isabelita Perón y de los escuadrones de la muerte del brujo López Rega (y que) La Opinión reflejó ese sentimiento?, poco o nada dice sobre cómo sus colegas montoneros también apuntaron al golpe, bajo la idea de ?cuando peor, mejor.? Quiere Horacio identificarse con su compañero Rodolfo Walsh, ?el principal héroe de la resistencia interna,? pero el ?biógrafo? Verbitsky dejó para Marcelo Larraquy y Roberto Caballero relatar en su libro ?Galimberti?, como su abanderado de los derechos humanos interrogó a los ya cautivos hermanos Born, después de la muerte a un socio suyo y previo a pagar un rescate luctuoso. Y poco tiempo después que muere Walsh, el Perro colaboró en un libro que alabó a los ?aéreos procesistas?, escrito por un ex-socio de Timerman quién a su vez instó al embajador israelí a no interesarse por los desaparecidos judíos en la Argentina.

Durante el primer gobierno democrático Verbitsky fue implacable con las nuevas autoridades, tal vez para subsanar una culpa propia de cómo el sobrevivió cuando tantos otros murieron. La frase ?claudicación ética? comenzaba ser frecuente en las notas envenenadas que escribió dirigidas al alfonsinismo, actitud que me hizo desesperar, aun siendo su amigo.

El bienamado Emilio Mignone, el fundador del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS; organismo que curiosamente Verbitsky ahora preside), se quejo a mi más de una vez, que el Perro seguía identificándolo como ?ex-funcionario de la dictadura de Lanusse,? cuando más relevante (y ciertamente más sensible a su dolor) hubiera sido solamente ?padre de una desaparecida? o, fundador de CELS. Los memoriosos también se acordarán como el ahora abanderado argentino de la libertad de prensa acudió con entusiasmo a participar en tertulias literarias cubanas. O como Verbitsky escribió una nota extensa donde insinuó que el SIDA venía de laboratorios gubernamentales estadounidenses; libelo que después, con la caída del muro de Berlín, se mostró que fue un invento de alguna usina de desinformación de la inteligencia soviética. Verbitsky, dijo de su ex-compañero peronista revolucionario Rodolfo Galimberti, ?tira m... contra todos, como si el meara agua bendita.?

Algunos cachorros del Perro si valen la pena rescatar. Ha sido uno de los pocos periodistas argentinos que han insistido, con información y buenos criterios, en resistir la idea alocada -fomentada desde el Pentágono- de que los militares argentinos deberían retomar algún rol ?policial.? También, no le faltaba valentía en denunciar los graves atropellos de derechos humanos de los narco-guerrilleros del FARC, a pesar de las críticas de la izquierda folklórica argentina. Sus comentarios, hay que admitirlo, sobre la deuda externa tienen más asidero que los de otros destacados miembros de su profesión. Y ha sido leal a la idea de una resolución pacifica y justa entre israelíes y palestinos, aún después y a pesar de los estertores antisemitas de Hebe de Bonafini.

Lo que define a Horacio Verbitsky ahora es que parece que le molesta sobremanera que le midan con la misma vara con que él define a los demás. Sin duda, ha ejercido un rol importante en el desarrollo de la Argentina de hoy, tal vez más que cualquier otro de su profesión. Pero justamente es ese rol el que sigue dando para hablar, y debería estar tocado con honestidad por él, si quiere hacer un aporte real a un país que todavía necesita sincerarse con su tremendo pasado.

Claudicaciones éticas por medio.

Martin Edwin Andersen es el autor de Dossier Secreto: El mito de la guerra sucia (Sudamericana: 2000) y La Policía: Pasado, Presente y Propuestas para el Futuro (Sudamericana, 2002). Ex-corresponsal especial del Washington Post y del semanario Newsweek en Argentina, en 1987 Andersen reveló que el entonces Secretario de Estado estadounidense, Henry Kissinger, que 11 años antes dió a la dictadura de Videla ?luz verde? para la represión ilegal.



Ver indice de dossier especial de pubicaciones relacionadas en el Rio Negro on Line: http://www.offnews.info/temas/dossiers/rionegro_verbitsky.htm

22 de febrero de 2003

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lopez rega y sus amigos
Por ¬¬ - Thursday, Jan. 15, 2004 at 6:15 PM

lopez rega y sus ami...
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El representante de la agencia Trident en Argentina, el ex “seal” y ex agente de la CIA John Battaglia, mostró en su diálogo con Página/12 en la madrugada del domingo un sorprendente conocimiento sobre aspectos de la represión ilegal en Argentina. Con un alto grado de confusión originado en parte por su propia vehemencia y en parte por mezclar Black Label con cabernet sauvignon, Battaglia habló de los vuelos de la muerte y dio una sorprendente versión sobre el destino final de sobrevivientes de la tortura.
El tema de los vuelos en que se tiraban al Río de la Plata secuestrados drogados lo sacó el amigo y colega de Battaglia, el uruguayo Julio Poblete Cortés –ver nota– afirmando que su amigo el coronel José “Nino” Gavazzo, partícipe de la Operación Cóndor, en realidad había llevado con vida a Montevideo a uruguayos secuestrados en la cárcel clandestina de Automotores Orletti. Battaglia, confusamente, comenzó a hablar de “las pelotas” de los prisioneros “que se tomaban los ocho miligramos de pentotal y se tiraban”. Luego aclaró que la droga “la trajimos para que no tuvieran que torturar, pero esos bestias...”
En esta misma vena “admirativa” del coraje de su enemigo, Battaglia siguió con un elogio a los gritos de Ernesto Che Guevara, por “las pelotas que tenía”. Luego calificó de “putos” a los que “usan la remera pero son unos maricones”. Y entonces dio un ejemplo estremecedor: “Como esos que iban en el auto y señalaban a sus compañeros, y después yo me los tenía que llevar a Estados Unidos y darles visa de residentes. Unos putos maricones”.
Estas afirmaciones disparan varias preguntas: ¿Cómo sabe Battaglia la dosis de pentotal que recibían los secuestrados? ¿Qué tareas cumplía en Buenos Aires en esos años de represión para ser el que “me los tenía que llevar” y “darles visa”? Uno de los asuntos que el ex agente de la CIA uruguayo-norteamericano evadió en el diálogo con Página/12 fue la fecha de su retiro de la agencia.

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Por . - Thursday, Jan. 15, 2004 at 6:17 PM

http://www.pagina12web.com.ar/diario/elpais/1-30367-2004-01-14.html
http://www.pagina12web.com.ar/diario/elpais/1-30303-2004-01-12.html

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La saga continua
Por Progre Clase Media - Thursday, Jan. 15, 2004 at 6:36 PM

http://www.pagina12web.com.ar/diario/elpais/1-30409.html

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Por Roby - Thursday, Jan. 15, 2004 at 7:46 PM

¿Ese Martin Edwin Andersen que expones no es el mismo que labura para la CIA tirando mierda para todos lados?

Martin "Mick" Andersen:

"Editorial Sudamericana acaba de publicar mi libro, Dossier Secreto,
El Mito de la "Guerra Sucia" en la Argentina en una edicion ctualizada y
definitiva. El mismo se lo puede adquirir en las principales librerias,
a traves el sitio WEB de la editorial (http://www.edsudamericana.com.ar).

La version definitiva de Dossier Secreto contiene, entre otras cosas, nuevas
revelaciones sobre la "colaboracion eficaz" prestada por el ex-oficial
guerrillero, el periodista Horacio Verbitsky, a un trabajo publicado en 1979
por el Circulo de la Fuerza Aerea, es decir, en plena dictadura militar, al
mismo regimen castrense que Verbitsky decia oponerse.

Los memoriosos acordaran que ha sido el propio Verbitsky quien no ha ahorrado
criticas sobre las personas que colaboraron con la represion ilegal, o que no
tuvieron una fuerte decision para enfrentarla.

Dossier Secreto tambien revela en forma definitiva quien fue la fuente mas
importante para mi denuncia de que el jefe montonero Mario Firmenich fue un
colaborador del Ejercito argentino durante el gobierno de Isabel Peron y
tambien durante la dictadura militar.

La fuente, Robert Scherrer, agente del FBI que se desempeno como agregado
legal en la embajada norteamericana entre 1972-1979, fue el mismo que
desenmascaro al regimen del Cap. General Augusto Pinochet como autor del
asesinato del ex-canciller chileno Orlando Letelier en Washington, D.C. en
1976, y como el arquitecto del siniestro Plan Condor.

La nueva edicion de Dossier Secreto contiene ademas informacion inedita
suministrada por el entonces jefe del Primer Cuerpo del Ejercito, el Gral.
Albano Harguindeguy, sobre como los militares argentinos detectaron con
anticipacion los planes de ataque del Ejercito Revolucionario de Pueblo
(ERP) al cuartel militar de Monte Chingolo en diciembre de 1975.. Es
interesante notar que el Gral. Alberto Valin, el jefe militar que informo a
la embajada norteamericana a traves de Scherrer, que fue el mismo que manejo
a Firmenich para el Batallon 601 de Inteligencia, y tambien fue el
responsable por la infiltracion al ERP, obra que facilito la obtencion, en
forma dramatica y sigilosa, de la informacion necesaria para frustrar el
ataque al cuartel de Monte Chingolo.

Dijo el dirigente de derechos humanos Emilio Mignone, ahora fallecido, del
Dossier Secreto: "Coincido con todas sus apreciaciones. La argumentacion
sobre Firmenich es moralmente convincente."

El New York Times alabo a Dossier Secreto como "Un tour de fuerza.."

El senador Edward Kennedy dijo: "Como puede ser que una de las
naciones mas civilizadas en la faz de la Tierra fuera arrasada por un reinado
de terror tan sangriento y barbaro? Que fue lo que causo el secuestro, la
tortura y el asesinato de miles de ciudadanos inocentes? En su historia
extraordinaria de esa epoca horrible, Mick Andersen ha ofrecido nuevas
pruebas y nuevas repuestas a estas preguntas inquietantes."

Pagina/12 dijo: "Lectura recomendada por si uno no estaba, o si estando no
veia, o viendo no escuchaba, o escuchando no entendia, o si a pesar de todo
algo se le olvido (Lo cual no es improbable pues nadie quiere recordar el
horror.)"

Estimado lector, espero que lo encuentre de interés.

Saludos,
Martin "Mick" Andersen

5606 Bay Breeze Court
Churchton, Maryland 20733

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