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Gulumapu: Boyeko
Por Pedro CAYUQUEO - Thursday, Mar. 11, 2004 at 1:36 AM
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“Vimos como el trigo, cercos y estacas se nos quemaron completamente. Luego nos preocupamos de nuestros hogares para salvarlos. Si no hubiera sido por la intervención de la propia gente de las comunidades que acudieron a ayudarnos, casas cercanas que estaban al pie del trigo se habrían quemado completamente… perdimos todo el sustento de un año”, señaló Silvia Lagos Epul...

El pasado 21 de febrero, un incendio de proporciones dejó en la ruina a una de por si modesta familia mapuche en las cercanía de Temuko. Ocho hectáreas de siembras de trigo se perdieron en cuestión de minutos, producto del siniestro originado en pastizales del polémico Vertedero Municipal de Boyeko y que las altas temperaturas, más el fuerte viento reinante, propagaron sin control hacia los predios de comunidades cercanas. El fuego estuvo a punto de arrasar también con varias viviendas, sin embargo, los esfuerzos de algunos vecinos que acudieron en auxilio lograron evitar la tragedia.

“Vimos como el trigo, cercos y estacas se nos quemaron completamente. Luego nos preocupamos de nuestros hogares para salvarlos. Si no hubiera sido por la intervención de la propia gente de las comunidades que acudieron a ayudarnos, casas cercanas que es taban al pie del trigo se habrían quemado completamente. Bomberos llegó cuando ya el trigo no quedaba nada y nosotros tuvimos que apagarlo hasta altas horas de la noche… perdimos todo el sustento de un año”, señaló más tarde Silvia Lagos Epul, quién junto a su marido Juan Huentemán figuraron como los principales afectados de la jornada.

Para la prensa regional se trató de un siniestro sin mayor importancia, similar a muchos otros de la temporada. A estas alturas, podemos suponer cual es la lógica: el fuego afectó las siembras de modestos campesinos mapuche. Por tanto, no es noticia. Si el incendio hubiera afectado las instalaciones de la Empresa de Aseo de Guillermo Siles, administrador del polémico basural, sospechamos que la cobertura noticiosa habría sido muy distinta. Hasta es probable que el matrimonio Huentemán-Lagos hubiese ganado portada en el Diario Austral de Temuko. No precisamente como víctimas, sino como eventuales sospechos.

A lgo así ocurrió en noviembre del año 2002, cuando en el marco de manifestaciones de comunidades del sector en contra del basural, una retroexcavadora que cumplía labores para la Empresa Siles fue incendiada por desconocidos al interior del recinto. El hecho, que en otras circunstancias hubiera pasado desapercibido en la abultada crónica roja, fue catalogado de inmediato por la prensa como un “atentado terrorista” cuya responsabilidad debía reacer –sin duda alguna- en las “conflictivas” comunidades mapuche del sector. Meses más tarde, cuando la Fiscal Esmirna Vidal reconoció a regañadientes la no participación de mapuche en el siniestro, todos prefirieron hacerse los lesos.

Este doble estandar posible de observar en el comportamiento de la prensa, se repite de idéntica manera en el actuar de las autoridades públicas, encargados –en teoría- de resguardar los derechos de los ciudadanos. Ejemplos hay muchos. Tras el reciente incendio en Boyeko, la propia familia afectada exigió al Municipio y a la Intendencia Regional tomar medidas contra la empresa administradora. Cientos de denuncias por fallas de seguridad y violación de normas ambientales presentadas desde el año 2000 por las comunidades justificaban en los hechos una sanción ejemplificadora. Sin embargo, tanto el alcalde Saffirio como el propio Intendente Ricardo Celis, optaron por guardar silencio.

El año 2002, cuando se destruyó la famosa retroexcavadora, el comportamiento de ambas autoridades distó mucho de su actual indiferencia. Querellas criminales, duras palabras contra los autores del “atentado” y fervientes declaraciones respaldando las labores de la Empresa, constituyeron la tónica. Nada de eso a sucedido ahora. Tampoco nada sucedió cuando el año 2000 las comunidades debieron lamentar la muerte del menor Aquiles Epul Huitraqueo. Aquiles, según consigna el parte médico-forense, murió víctima de una septicemia o infección generalizada. ¿La causa?. La temible bactería ase sina, presente en ambientes contaminados y que desde hace años causa estragos en diversos países del Tercer Mundo.

Si bien la muerte de Aquiles concitó la atención de la comunidad regional, las autoridades optaron por minimizar la gravedad del hecho. Más aun, solicitaron majaderamente a través de la prensa el no relacionar la muerte del menor con la existencia de un basural a escasos metros de su vivienda y su colegio. La indignación llevó a las comunidades a exigir el cierre del recinto y a presentar ante tribunales un recurso de protección en favor de las familias afectadas, así como en contra de la empresa y la negligencia de las propias autoridades. “Las zanjas del vertedero de rebalsan con las lluvias y el agua contaminada se desborda y corre hasta el canal, contaminando también las aguas. Esto ha enfermado a nuestros animales y a nuestras propias familias”, declaró en aquella ocasión el padre del menor fallecido.

Casi un año más tarde, los ministros de la Corte de Apelaciones de Temuko hicieron publicó el veredicto. “Se rechaza el recurso de protección, por cuanto no existe una relación de causa efecto entre el funcionamiento del vertedero y la muerte del menor; por lo que tanto el municipio de Temuko, como la Empresa Consecionaria del vertedero, quedán libres de culpabilidad”, señalaba el texto. Según los ilustres ministros, las causas que originaron la muerte del menor debían ser buscadas en otra dirección. El basural, con sus siete mil toneladas de desperdicios depositados en medio de mujeres, ancianos y niños mapuche, podía seguir funcionando sin problemas. Ya lo ha dicho el propio Lagos. El 2010 viviremos en un país desarrollado. Lejos, muy lejos del Tercer Mundo / Azkintuwe

Editorial – Azkintuwe Nº4

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