Otro ocho de marzo se aproxima, y como todos los años, distintas organizaciones y grupos de mujeres de nuestra provincia se aprestan a visibilizar al unísono sus luchas, exigencias y reivindicaciones.
En los próximos días, diversos sectores convocan a recordar el
“Dia de la Mujer”. Desde los medios de desinformación, el estado, el mercado y las multinacionales, el mensaje es que este día debe focalizarse en los homenajes y regalos a las mujeres “por su belleza, por su dulzura, por su cuidado”, reforzando todos los mandatos y estereotipos patriarcales, e invisibilizando el símbolo de lucha y la fuerte definición contra la opresión de género y de clase que encarna el 8 de marzo, en su formulación inicial, el Día de la Mujer Trabajadora.
Este año, además, se cumplen los cien años de la feroz represión a la huelga de las obreras de la Cotton, el incendio que culminó con la muerte de las mujeres y que dio origen a la efeméride, y esto no hace sino acentuar la paradoja y contradicción de aquellxs que desde distintas instituciones estatales y no gubernamentales, pretenden cooptar el discurso y las reivindicaciones de los movimientos y organizaciones de mujeres, vaciándolas de su rebeldía y desafío, y de su contenido de clase, para encuadrarlas prolijamente dentro de los discursos políticamente correctos.
De nada nos sirve, funcionarixs, gobernantes, tecnócratas y académicxs, el discurso de género, el discurso políticamente correcto, las mujeres en las instituciones patriarcales, cuando en las Unidades Primarias de Atención Sanitaria de nuestra ciudad faltan desde hace meses los anticonceptivos; cuando no se asigna el presupuesto necesario para implementar la ley de violencia en la provincia; cuando las mujeres siguen muriendo por abortos clandestinos mientras Cristina Fernandez se reúne con el cardenal Bergoglio y la Ministra de Salud de la Nación plantea que el aborto no es un problema de salud pública; cuando cientos de jóvenes en el país desaparecen en manos de las redes de trata; cuando el trabajo precario es cada vez más femenino y peor pago; cuando cada vez más adolescentes de nuestros barrios no ven otra posibilidad de camino propio que la maternidad a edades tempranas.
En esta Córdoba, en cuyas calles todavía resuenan las voces y exigencias de las 30.000 mujeres que participaron del XXII Encuentro Nacional de Mujeres el año pasado, el tiempo del doble discurso se va acabando.
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