Pero quieren frenar el abuso institucional y policial. Saben que la justicia es posible en la medida que se rompa el silencio, pero el miedo es grande y la impunidad desmovilizadora. Pese a ello, se han encontrado para buscar no estar solxs y juntxs mirar un horizonte donde ser pobres no sea un delito. Donde la Justicia sea una realidad.
Estas historias se repiten a lo largo y ancho del país y de seguro nada novedoso tendrán, pero la diferencia entre el silencio cómplice y la denuncia pública es que esta última, es el elemento detonante que puede socavar los cimientos de la impunidad institucional que se alimenta y justifica desde los centros de poder, desde las academias donde se enseña que el pobre vale menos que la bala que lo matará, reduciendo de esta forma a escombros los discursos de igualdad, fraternidad y libertad donde se edifica esta democracia.
Parte de estas entrevistas que conforman la segunda parte de este informe, se realizaron bajo una distante, pero marcada presencia policial en un patrullero que rondaba la plaza "Malvinas", donde encontramos los testimonios en una calurosa tarde de verano.
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