Brasilia, año 2000: 12 presidentes sudamericanos firman la Iniciativa para la Infraestructura Regional Sudamericana
(IIRSA); Iniciativa que “permite disponer, controlar y centralizar los acuíferos y cursos de agua, los minerales críticos y estratégicos, el 75% de la biodiversidad del planeta, la bastedad y fertilidad territorial y la capacidad energética”
. Además representa el proyecto más ambicioso para el continente, flaqueado por los negocios que impulsa el Área de Libre Comercio de las América
(ALCA), el
Plan Puebla Panamá, el acuerdo de libre comercio
NAFTA y otros tratados de libre comercio
(TLC) y convenios plurinacionales. La única finalidad de todos estos acuerdos es la acumulación de materia prima y bienes comunes, agotados en los territorios de los países desarrollados, como premisa necesaria para consolidar la permanencia del poder capitalista ya que “sin manganeso, cromo, platino y cobalto no pueden existir los automóviles, aviones, motores de reacción, satélites, proyectiles y aparatos electrodomésticos.”
Sin dudas, todos estos proyectos aumentan con creces el endeudamiento de nuestros pueblos.
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